martes, 9 de enero de 2024


 9 de Noviembre

Y cada nueve de noviembre , como siempre y sin tarjeta, le mandaba un ramito de violeta. ,Ella sonreía escuchando a Cecilia, sentada en su mecedora, mirando por la ventana,  donde una pareja de enamorados no paraba de susurrarse al oído y darse arrumacos. De vez en cuando una lagrima corría sobre los surcos de su rostro lleno de sabiduría y experiencia.

De frente a ella , tapada las piernas, con una mantita suave, la miraba unos ojos azules distraídos, apenas expresivos pero llenos de infinito  amor. Sus manos temblorosas casi no podían sujetar el vaso de agua que ella le había dado.

Su cara desprendía tanta ternura, tanto amor que todo su alrededor era  paz y luz.

Un día como aquel, en una primavera la enamoró el hombre que comparte su vida. Fue instantáneo aquel sentimiento que floreció en ambos. Un sentimiento que perduró intacto.

Y cada nueve de noviembre, no faltó en aquel jarrón de su salita, ese ramito de violeta. Ahora lo miraba y seguía con la sonrisa puesta. Su tiempo se paró hacía varios años´

El ramito de violeta seguía cada año en su jarrón, ella se encargaba de que no faltaran aquellas flores frescas , como recuerdo y muestra del aquel amor tan bonito.

Fueron años de sueños vividos juntos, años difíciles y años maravillosos. Fueron tocados por unas flechas que acariciaron sus corazones de tal manera que apenas las sombras oscurecieron el sol que los inundaba, aún en las peores circunstancias aflojó ese amor perfumado por aquellas flores.

La ventana entre abierta dejaba pasar una brisa que le acariciaba el rostro y la inundaba de nostalgia, sin embargo acariciaba la mano de el y la calidez que le ofrecía reconfortaba su corazón a pesar de todo. 

Esa brisa hacía que su mente volara entre la lluvia que empezó a resbalar entre los cristales. Las risas de la juventud, los paseos entrelazados, los proyectos que se hicieron realidad y los que quedaron prendidos entre aquellas hojas doradas de Otoño.

Toda una vida pasó por aquellas pupilas cansadas pero con fuerzas hasta que él durmiera eternamente.

Mari Carmen Ramos Silva.