martes, 6 de junio de 2017

Mi pequeño homenaje a uno de los grandes
A federico G. L.



Dejó de cantar la alondra y
el ruiseñor de la mañana,
oscureció de pronto el día
y no perfumó la jara.

Enmudeció  la tarde y
doblaron las campanas,
 Granada entera gritó
de llanto por la desgracia,

Los patios del Generalife y
hasta la mora Alhambra.
vistieron  todos de luto
por tan asesina causa.

Lloró el cielo andaluz,
Lágrimas tan amargas
por la muerte tan cobarde
tan ingrata, tan malvada.

Llorad poetas de Nueva York.
de Londres, de España entera
que mataron a Federico, el mejor
de los poetas.

Triste quedó el teatro y
la poesía, huérfana,
el verso perdió el encanto y
el soneto quedó en tristeza

Velaba la noche, en la
oscuridad del campo,
en el caminito yerto y
yerto estaba el muchacho,

El de los ojos grande,
de negro azabache y
como al gitano Heredia,
le derramaron su sangre.

Allí quedó Federico
el de la sonrisa franca,
allí quedo tendido,
 tras criminal hazaña,
inerte, sin palabras,
apagaron su voz,
pero siempre, quedará
 viva su alma. Maricarmen.